Concha Buika


El diccionario de la Real Academia Española llama “hechicera” a alguien “que por su hermosura, gracias o buenas prendas atrae y cautiva la voluntad y cariño de las gentes”. Es decir, que Concha Buika es una hechicera. Dentro de un par de meses se publicará su nuevo disco, grabado en Cuba junto a uno de los grandes pianistas de nuestros días, Chucho Valdés, y que es un homenaje a Chavela Vargas, una gran inspiración de la cantante mallorquina, según sus propias palabras. El miércoles, en el festival de La Granja de San Ildefonso (antes lo habían hecho en Peralada), Buika y Chucho (un prestidigitador del teclado) han presentado en directo este nuevo trabajo.
Si en disco ya es cautivadora, Buika es, en directo, simplemente arrebatadora. Debe de ser lo más parecido a las sirenas homéricas, porque es imposible despegar los oídos de su voz bruja, fiera, salobre, escarpada, voraz, de esa catarata de sensaciones que escapa de su garganta para conquistar el aire. En esa garganta habita ahora el corazón de Chavela Vargas, mito salvaje e inaprensible que ha legado a la mallorquina ese amargor picante que ella ha vertido siempre en sus canciones. Buika resucita esas historias acres en versiones sabrosas, que arañan y acarician los oídos y las convierte en imán irresistible.

Buika es, no cabe duda, una artista heterodoxa, irrepetible, seductora… Una mujer que nació Música. Y yo estoy enamorado de la Música.

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