Ondina


No podía ser más simbólico el título ­-«Despegar»- del primer disco de Ondina, nueva adquisición de esa fecunda factoría de artistas llamada Casa Limón. El productor conoció a la cantante en las audiciones del musical «Enamorados anónimos», hace aproximadamente un año -fue una de sus protagonistas-, y pronto se enamoró del talento, la frescura y la vivacidad de esta artista madrileña a la que se le queda corto el calificativo de cantante: «Siempre he sabido que el arte era mi modo de expresión; hice el Bachillerato científico, pero mi camino era otro. Me gusta la fotografía, pintar, cantar... Y tengo una cuenta pendiente con el baile. No me planteo qué voy a ser en un futuro, quiero disfrutar de todo lo que me gusta hacer. Sí puedo decir que el escenario es adictivo, hay algo muy especial, que supongo que tiene que ver con que es algo vivo».
Hace unos días, cuando se puso a la venta «Despegar» (doce canciones firmadas por la propia Ondina, Javier Limón y David Trueba), la artista se fue a una tienda a comprar el disco. «Todavía estoy sorprendida por lo que me está pasando en estos últimos meses, y tenía curiosidad... También busqué mi nombre en internet y me dejó asombrada la cantidad de gente que comenta cosas sobre mí y sobre las canciones, el número de visitas que había tenido el videoclip...» No es momento todavía de balances: «Me estoy situando aún... Me halaga que se reconozca mi trabajo y eso me impone mucho respeto».
Las canciones del disco son, añade, «reflejo de momentos distintos de mi vida; mi gente me dice que me reconoce en ellas». Hay una, «Noviembre», «que le dediqué a mi hermano, y que es de las que más me gusta, pero todas están escritas desde el mismo sitio de mi interior». «Cuando compongo -concluye- es cuando me siento más libre; escribiendo y cantando me permito decir y sacar de adentro cosas que quizás de otro modo no diría».

(ABC, 29-VIII-2009)

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