Sara Baras


Después de tenerla guardada en el baúl desde hace siete años, Sara Baras ha sacado de nuevo a bailar a Juana la Loca, un papel que le dio un extraordinario impulso a su carrera. A la reina castellana le siguieron Mariana Pineda -sin duda, su mejor trabajo- y Carmen, además de otros espectáculos sin argumento (“Sabores” y el renacido “Sueños”), que le han confirmado como la gran dama del baile flamenco actual. Son muchos y muy variados los colores de la paleta de su baile, embravecido cuando arranca su inverosímil taconeo, exacto, musical, efervescente; luminoso cuando levanta los brazos y acuna en ellos el aire; juncal al varear el cuerpo con salero gaditano... Puede ser majestuosa, sensual, señorial, divertida, juguetona, clásica, estimulante, hechicera, irresistible... Sara tiene un raro magnetismo, un latido distinto en su baile. Su indudable y demostrado carisma ha hecho que cada vez sea mayor el número de seguidores, de incondicionales y de curiosos. Ha pasado por un momento delicado de salud que, afortunadamente, ha dejado ya atrás. "Ahora tengo más fuerzas, Julio", me decía el otro día. "Me he quitado un gran peso de encima y mi cuerpo se siente más libre".
Sara quiere, ahora, emprender una nueva etapa, abrir un paréntesis en una carrera vertiginosa que le ha hecho encadenar un espectáculo con otro, una gira con otra... Sara quiere, ahora, descansar la mente y encontrar un nuevo ritmo y nuevas objetivos vitales y artísticos. Dentro de poco cerrará un capítulo y seguro que pronto empezará a escribir el siguiente. El veneno de la escena corre por sus venas y para ese mal no hay tratamiento posible.

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