Elena Roger en Piaf: El tamaño del talento

¿Cómo es posible que en apenas metro y medio de estatura -es lo que mide Elena Roger- quepa tanto talento? Y es que hay artistas buenos, malos, regulares... Y superlativos. Elena Roger pertenece a esta última especie, y lo demuestra metida en la piel, el desgarro y la garganta de uno de los grandes mitos de la canción: Edith Piaf. Su encarnación del gorrión de París ya le valió a la intérprete argentina el premio más prestigioso de la escena londinense, el Laurence Olivier -y ya se sabe lo caros que son los galardones teatrales en aquella ciudad-; después, en su Buenos Aires natal, el espectáculo se convirtió en un acontecimiento de extraordinarias proporciones.
«Piaf» es una obra escrita por Pam Gems y estrenada en Londres en 1978 -a Madrid llegó, de la mano de la venezolana Natalia Silva, en noviembre de 1980-. El Donmar Warehouse londinense la rescató hace dos años, con Elena Roger como protagonista. La producción es la que se puede ver en Madrid, donde actúa el elenco que la puso en pie en Argentina. En la obra se dibuja, con trazos amplios y sin precisión en el detalle, la azarosa y excesiva vida de la turbadora cantante francesa; las canciones que popularizó salpican la acción para conformar un espectáculo atractivo, desnudo de escenografía, llevado a buen ritmo y bien interpretado.
Pero lo que hace que «Piaf» sea un espectáculo excepcional y no sólo una buena función teatral es Elena Roger, arrolladora como actriz y sobrecogedora como cantante. Su Edith Piaf araña desde la primera escena; su recreación de la cantante -se deja abducir por ella- es conmovedora y a través de su piel y su garganta va dibujando la creciente decadencia que la llevó a morir, prácticamente destruida, con apenas 47 años. Y es que Elena Roger no vale su peso en oro. Eso sería muy poco. Elena Roger vale muchísimo más.
(ABC, 30-IV-2010)

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