Ute Lemper

Tiene Ute Lemper un oscuro magnetismo, un irresistible poder de atracción. Camaleónica, felina, sinuosa, poseedora de una garganta caleidoscópica en la que habitan todos los sonidos del mundo, es una de esas artistas a las que se adora o se detesta. Conozco algunos a los que no les interesa nada. Yo estoy entre las víctimas de su hechizo, y me confieso seducido por su arte, como he dejado patente cada vez que he escrito sobre ella en ABC. Estos días se ha presentado en los teatros del Canal dentro de este descolocado festival de Otoño madrileño. The Bukowski project es el título de su nuevo espectáculo, en el que ha contado con la colaboración de Mario Gas, responsable del revuelto escenario y de la pretendidamente caótica puesta en escena. Bukowski, autor provocativo y provocador, políticamente incorrecto, símbolo del realismo sucio y de escritura áspera y comprometida, vivió, según cuentan. en permanente estado de embriaguez; y es ese vaporoso ambiente el que se trata de reproducir en este espectáculo donde Ute Lemper se yergue majestuosa a bordo de unas canciones que tienen un perfume jazzístico e íntimo. La alemana se agiganta, claro, cuando se sumerge en ese repertorio canalla del que es referencia indiscutible desde hace muchos años: Kurt Weill, Bertolt Brecht, Jacques Brel... A ellos se arroja con una entrega total, sabedora de que las canciones se ciñen a su garganta como un perfecto vestido. 
La seducción es total. Ute Lemper, vestida para matar, maneja a la perfección a su público, sabedora de que está ya entregado de antemano. Tira del hilo y lo va llevando hasta donde quiere tenerlo: callado, expectante, impaciente... Hasta que concluye con un emocionante Ne me quitte pas, que es lo mismo que, entre ovaciones, le suplica al público mientras lentamente abandona el escenario.

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