Algo pequeñito

Escribí hace un par de años, con motivo del estreno del musical «Rocío no habita en el olvido», que el teatro no precisa, para serlo, más que de un texto y un actor, a lo que hay que sumar, en el caso del teatro musical, de un piano. Es corriente asociar la palabra «musical» a una superproducción con decorados monumentales, grandes efectos escénicos y coreografías espectaculares. Y es cierto que el género se ha valido de estos elementos para atraer al público y consolidarse como una de las grandes opciones de ocio de nuestros días, tanto en la escena española como en la internacional. Hay notables ejemplos de espectáculos faraónicos que hacen de la producción su principal (y a veces único) reclamo; los hay también que no pasan del muy deficiente, por cierto... Pero un musical necesita un texto, una música y unos intérpretes; nada más. Pueden ser buenos o malos. Y en la primera categoría se engloban dos espectáculos que pueden verse en Madrid: «Te quiero, eres perfecto... Ya te cambiaré», que acaba de abrir su tercera temporada en el teatro Alfil, y «Pegados», que el domingo concluye sus funciones en el teatro Arenal, desde donde arrancará una gira por diversas ciudades españolas.
«Te quiero, eres perfecto... Ya te cambiaré» es una pieza nacida en el off Broadway. Sus más de 5.000 funciones en el Westside Theatre y su presencia en más de cuatrocientas ciudades hablan bien de la conexión entre obra y público. En el Alfil también son constantes las risas de los espectadores, testigos y cómplices de las reconocibles situaciones que narra la obra. La música es afable, sencilla y directa, como el espectáculo que nos plantean Jorge Gonzalo y Pablo Muñoz-Chápuli, que consiguen con creces su propósito: hacer pasar al público un rato entretenido.

Lo mismo logra «Pegados», un musical de aquí, con dos jóvenes autores, Ferran González y Alicia Serrat (también sus protagonistas originales, aunque el papel femenino lo interpreta ahora Xenia Reguant), dirigido por Víctor Conde, y que hace unos días fue recompensado en Barcelona con tres premios Butaca. Parte de una situación tan comprometida como extraña (y, para quien lo mira desde fuera, hilarante), y se desarrolla en escenas, situaciones  y canciones ingeniosas y divertidas.
Un ejemplo de que «algo pequeñito» -que diría Dani Diges- puede atrapar y convencer al público y ser algo grande.

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