Los Morente

Hace algo más de año y medio estuve junto a un grupo de periodistas en un encuentro que Miguel Narros preparó en su Sala de Ensayos para que viéramos cómo iba la preparación de Fedra, un espectáculo que había estrenado unos años antes y que ahora retomaba con Lola Greco como protagonista. Allí estaba Enrique Morente, autor de la música. Le había entrevistado telefónicamente, pero no lo conocía en persona. Me pareció un hombre tímido y extraordinariamente sensato, parco de palabras, educado, afable. Le cambió la cara cuando le hablé, en un aparte, del inolvidable recital que su hija Estrella había dado en el Carnegie Hall de Nueva York. Sonrió orgulloso y me preguntó: "¿Tú estuviste?" Tuve apenas unos segundos más para contarle que había sido un triunfo, que Estrella había cantado maravillosamente y que el auditorio se había venido abajo. No abrió la boca, pero su mirada lo dijo todo.
Me acordaba de ese momento esta tarde, cuando he visto la imagen de Estrella cantando desgarrada ante el féretro de su padre, y me acordaba de aquella noche en el Carnegie Hall, cuando Estrella nos expresaba su felicidad después de su recital y nos decía que aquél era un sitio mágico, que había algo en el aire muy especial.
He viajado a través de la hemeroteca hasta la entrevista que le hice a Enrique Morente en septiembre de 2005, con motivo de la publicación de su disco Enrique Morente sueña la Alhambra. "Ya se cansará de mí", sonrió cuando le pregunté por lo de cerca que seguía la carrera de su hija, que había participado en dicho trabajo. "Ella siempre me tendrá a su disposición". También hablamos de autores como María Zambrano, San Juan de la Cruz o Cervantes, cuyos textos habían inspirado algunos de los temas de disco... Y de la pureza. "Si se tiene no se pierde nunca. ¿Pureza? La tiene la "Purísima Concepción" de Alonso Cano y la tienen los niños, naturalmente. Ahí sí está la pureza".
Descanse en paz, Enrique Morente. Y mi respeto para ti, Estrella, y para tu familia.

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