Elena Roger


Elena Roger no tiene voz. No tiene una, quiero decir; tiene al menos quince o veinte. Todas igualmente bellas,  equilibradas, sugerentes, y manejadas con la misma maestría y dominio para lograr transmitir los sentimientos más distintos. Lo comprobé cuando, hace cuatro años, la vi como protagonista del musical «Piaf», que presentó en Madrid después de lograr un gran éxito con él en Londres y en su Buenos Aires natal. Y lo corroboré el viernes, en el segundo de los conciertos que ha ofrecido en los teatros del Canal. En ellos ha mezclado canciones de su último disco, Tiempo mariposa, con otras de trabajos anteriores y piezas de los musicales que la han convertido en una verdadera estrella del género, especialmente «Evita» y el citado «Piaf».

Elena Roger es una intérprete argentina que cobró notoriedad hace aproximadamente ocho años, cuando Andrew Lloyd Webber la eligió para que interpretara a Eva Perón en una nueva producción de «Evita». En su Argentina natal no les sorprendió que uno de los reyes Midas del musical se quedara prendado de esta menuda intérprete, de apenas metro cincuenta. Allí había protagonizado obras como «Los miserables» o «Fiebre del sábado noche», además de un espectáculo dedicado a la cantante italiana Mina, y sabían que Elena -sus amigos la llaman todavía Elenita- era una intérprete verdaderamente fuera de serie.

En Londres, tras el éxito de «Evita», protagonizó en esa pequeña joya que es el Donmar Warehouse Theatre, bajo las órdenes de Jamie Lloyd, «Piaf», por el que obtuvo el premio Laurence Olivier. La encarnación de Elena Roger de la cantante conocida como el gorrión de París era absolutamente estremecedora, no solo en el plano vocal, con una voz poderosamente arrebatadora, sino por su trabajo físico, que permitía al espectador vivir ese viaje fatal, ese constante descenso a los infiernos que fue la vida de Edith Piaf. Y después, Broadway, nuevamente con «Evita», y «Passion», de Sondheim, en Londres, otra vez en el Donmar. Para 2016, me dijo el otro día la propia Elena Roger, tiene previsto volver a subirse al escenario en un musical. No quiso decirme en cuál, ni tampoco dónde sería, pero es, en cualquier caso, una buena noticia...


Elena Roger es una persona inquieta, que abandera su compromiso ético y social, trasladado de su vida personal a su carrera profesional, y ahí está su último disco, que contiene parte de su ideario. Es el otro lado de su faceta artística. En los conciertos madrileños mostró las distintas caras del prisma. Un prisma que es luminoso, como su voz camaleónica, capaz de transformarse según lo requiera la canción; una voz de registros infinitos, pero siempre expresivos, afilados y asombrosamente conmovedores. Más que una voz, repito, es un catálogo de voces en una sola garganta. Se habrá notado ya, pero me declaro «elenista» (en este caso, sin hache).


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