«La puta enamorada»


Siento atracción por el «teatro histórico». En líneas generales, ver sobre el escenario a personajes reales recreando con mayor o menos fidelidad situaciones -reales, inventadas o improbables- que han resultado en algunos casos trascendentales para el devenir histórico le añade, desde mi punto de vista, interés a un texto. Es, claro, cuestión de gusto.

María Calderón fue una actriz muy popular en el Madrid del siglo XVII. Se la conocía con el sobrenombre de «La Calderona», y hay mucha leyenda sobre ella; se ha escrito que fue abandonada en la puerta de la casa de Pedro Calderón de la Barca y que éste la adoptó como hija, pero no parece probable que así fuera. Lo que sí parece comprobado es que fue amante del Rey Felipe IV, y que tuvo con él un hijo, que el monarca reconocería: Don Juan de Austria.

María Calderón y su relacion con Felipe IV es el punto de partida de «La puta enamorada», una obra que escribió Chema Cardeña hace más de tres lustros y que cobró vida a principios del pasado año de la mano del productor Salvador Collado y el director Jesús Castejón. La obra cuenta el encuentro entre la actriz (no tenía muy buena fama, de ahí el título) y el pintor Diego Velázquez, a quien el Rey ha encargado que pinte el retrato de La Calderona.

Ignoro si el encuentro y el encargo existieron, pero a Chema Cardeña le sirve para plantear un interesante duelo entre ambos personajes, «arbitrado» por Lucio, el criado de la actriz. Por la obra circulan muchos temas, como la relación entre el poder y el arte, el sometimiento, la supervivencia, la ambición, las clases sociales, el engaño... Pero «La puta enamorada» quiere ser, sobre todo, una historia de amor y de deseo. Entre Velázquez y la actriz se establece una relación al principio tirante, antipática; al pintor no le gusta el encargo y a La Calderona le desagrada el artista y el trato que recibe por su parte. A lo largo de tres encuentros, el autor desarrolla la la historia soterrada de amor y pasión entre ambos, salpicada con los sentimientos por la actriz que, a su vez, tiene Lucio y que, finalmente, serán los que marquen el desarrollo de la historia.

En un sugerente y pictórico espacio escénico dominado por los cuadros y un gran cortinón rojo, Jesús Castejón plantea una puesta en escena limpia, dinámica y teatral (entendido este término en sentido positivo), al servicio totalmente de los personajes y de los actores. Todo se va desarrollando de manera sutil y leve, aunque (y esto no sé si es culpa del texto o de la dirección), la evolución del personaje de Velázquez hacia el enamoramiento es menos clara que la de La Calderona. Ésta está interpretada por Eva Marciel, que le ofrece al personaje rotundidad, frescura y cierta vulgar campechanía, y se torna más delicada conforme va creciendo en ella el amor. Federico Aguado le aporta sosiego y apostura a Diego Velázquez, mientras que Javier Collado interpreta con chispa al cascabelero criado.

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