«Ayuda», de Maria Goos, con Ernesto Arias y Óscar de la Fuente


No nos equivoquemos; aunque el teatro es un trabajo de equipo, son muchas veces las individualidades las que llevan al público al teatro. Los productores confían mucho en los rostros conocidos como anzuelo para sus trabajos; bastante más que yo, por cierto. Pero no solo esas caras, habitualmente televisivas, llevan espectadores a las salas. Hay un puñado de actores cuya solvencia y calidad suelen ser un reclamo para un sector del público llamémosle «teatrero». Es el caso de Ernesto Arias o de Óscar de la Fuente, dos intérpretes de calidad cuya presencia, juntos, en el cartel de una función, supone a priori una garantía más que suficiente, al menos para mí.

Los dos actores están en el teatro Lara los lunes con una comedia, «Ayuda», de la dramaturga holandesa Maria Goos. La producción, de Los Lunes Teatro, se estrenó, si no me equivoco, en el mes de marzo en la sala Cuarta Pared. La dirige Fefa Noia, que exhibe otro sello de garantía en su currículum: su trabajo durante una década en el teatro de La Abadía, donde ha trabajado al lado de directores como José Luis Gómez y Carles Alfaro.

«Ayuda» es un texto sobre las relaciones humanas, en el que un financiero triunfador, Arnold, pierde de golpe su trabajo y a su mujer y queda, por culpa de una mala caída, recluido en su casa al cuidado -y completamente dependiente de él- de su empleado de hogar, un inmigrante llamado Lukas. Hay un hecho que marca la acción: Arnold le ha regalado a Lukas 40.000 euros; él mismo no comprende por qué lo ha hecho y juntos tratan de reconstruir lo sucedido para encontrar explicación a su generosa dádiva.

Con naturalidad y sentido del humor, el texto relata la relación, dominada en un principio por la desconfianza, entre jefe y empleado. Los dos se necesitan, dependen del otro, y poco a poco se va rompiendo la barrera que los separa, aunque ésta se puede volver a levantar en cualquier momento. El texto de Goos, traducido por Ronald Brouwer, salta con eficacia y destreza del pasado al presente, pero traza solo a brochazos la relación, que se escapa en ocasiones como agua por entre los dedos de los espectadores; es más claro el viaje de Arnold que el de Lukas, a medio camino entre un pícaro y el buen samaritano. Y concluye con un final abrupto y desconcertante.

Fefa Noia plantea una dirección «invisible» -dicho sea en sentido positivo-, deja latir el texto y sabe subrayar las situaciones, con la inestimable colaboración de los dos actores, Ernesto Arias y Óscar de la Fuente. Me pareció ver en el trabajo actoral ciertas reminiscencias del mundo del clown, con Ernesto como carablanca y Óscar como augusto. Sus complementarios personajes se enriquecen con el quehacer de los dos intérpretes; el primero desde la sobriedad y la tristura, el segundo desde la espuma y el cascabel (apoyado además en un particular acento), pero los dos salpicados de detalles. 

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