«Insolación», con María Adánez



Lo confieso: Emilia Pardo Bazán es uno de esos nombres que se quedaron, para mí, en las clases de Literatura. No recuerdo haber leído nada de ella hasta que, hace aproximadamente un año, compartí una comida con María Adánez, Luis Luque y Celestino Aranda, que estaban terminando los ensayos de «Insolación», una adaptación teatral de Pedro Víllora sobre la novela de la escritora gallega que iban a estrenar días más tarde en La Coruña. (la producción ha llegado ahora al teatro María Guerrero, donde estará hasta el 24 de enero). Director y actriz me hablaron con entusiasmo de la historia de Asís Taboada, una mujer que se debate entre su pasión amorosa y sus «deberes» sociales

Me compré la novela y la leí. No es difícil adivinar que Emilia Pardo Bazán vertió en su protagonista muchos de sus propios sentimientos e ideas, y la trama gira en torno a esa dicotomía entre pasión y razón, que lleva también al terreno geográfico y a las diferencias entre Norte y Sur. No era sencillo llevar a la escena un texto a menudo reflexivo y profundamente reflexivo: Pedro Víllora lo ha hecho para lograr una función entretenida que se sigue con atención y que respeta el particular lenguaje del original después de quitarle el polvo. Si de algo peca (ocurre con frecuencia en las adaptaciones de textos como éste) es de cierto esquematismo.

Luis Luque dedica la función a sus maestros Miguel Narros y Andrea D'Odorico, con los que trabajó frecuentemente, y cuyo espíritu está indeleble en la función. Luque ha heredado la exquisita sensiblidad de los dos creadores, su elegancia y la manera sutil que tenía Narros de dibujar los personajes. En esta «Insolación» pone el foco en el conflicto interior de la protagonista, en su resistencia ante sus propios sentimientos; y lo hace a través de un espectáculo limpio, íntimo, matizado particularmente por la excelente iluminación de Juan Gómez-Cornejo y la sugerente música de Luis Miguel Cobo.

Cuenta con la complicidad de una actriz que ha transitado también por el mundo de Narros y D'Odorico: María Adánez, que dibuja una marquesa viuda primorosa, perfectamente contenida en las escenas en las que su personaje se descompone y con las dosis exactas de altivez y simpatía que se le exigen. A su lado, y en su misma estela José Manuel Poga, Chema León y Pepa Rus, especialmente acertada como Ángela, la criada (uno de los tres papeles que tiene encomendados).


La foto es de Luis Malibrán 

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