«Páncreas», de Patxo Tellería


Concha Busto es una de esas personas que ha hecho del teatro su vida, y que con su labor, habitualmente oscura, ha contribuido a la mejora de la calidad de los productos de nuestra escena. Tiene Concha, además, experiencia e intuición, y por eso escuchar su entusiasmo hacia un texto, «Páncreas», hace un par de años, despertó mi curiosidad. Máxime cuando le suponía «abandonar» la placidez de su jubilación y embarcarse nuevamente en una producción.

«Páncreas» se ha presentado en el teatro Valle-Inclán, dentro de la temporada del CDN, y anuncia su vuelta para dentro de unos meses en el teatro Amaya. Se trata de una función singular, asentada sobre un texto singular -ya que está escrita en verso-, que cuenta una entretenida historia de amistad, trufada de egoísmo y mezquindad; de la condición humana, en definitiva.

Escribir, en pleno siglo XXI, una función en verso le otorga a ésta una pátina de irrealidad que Juan Carlos Rubio, el director del espectáculo, ha conseguido reflejar. La narración de la historia, a medio camino entre el guiñol y el thriller, está integrada en un espectáculo de magnífica factura (un sello de las producciones de Concha Busto) y aspecto grotesco, con toques tan particulares como el aire «a lo Magritte» que otorga al trío protagonistas.

Estos recuerdan los sucesos ocurridos una noche y que originaron la situación actual. Con versos en ocasiones más afortunados que en otras, Patxo Tellería va tejiendo con habilidad la historia que gira en torno a la enfermedad, mortal, de uno de los protagonistas, y al deseo de otro de ellos de suicidarse. 

No deja de ser el texto un cuentito, pero Juan Carlos Rubio ha sabido envolverlo en una función enormemente atractiva y entretenida, donde el ritmo no decae y donde todas las piezas encajan con coherencia. Se apoya en tres actores formidables: Fernando Cayo, Alfonso Lara y José Pedro Carrión (este último ha sustituido a Santiago Ramos, que tuvo que dejar la función por enfermedad). Su trabajo es magnífico, si bien los dos primeros parecían, en la función que vi yo, remar en una dirección, especialmente en su manera de decir el verso, y Carrión en otra; producto, sin duda, de la premura a la hora de incorporarse a la función.

Es, en definitiva, «Páncreas» un espectáculo teatral tan atractivo como notable, y un ejemplo de teatro muy bien hecho. Más que suficiente.  

   
    

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